Ananda escribió: ↑14 Dic 2023 21:49
Roberto escribió: ↑14 Dic 2023 17:41
Precisamente porque han pasado 25 siglos.
El propósito puede que no hubiese cambiado, pero la forma de expresarlo manifiestamente debería ser distinta a la de la India del siglo VI antes de nuestra era. 
 
Bueno, seguramente el Buda no contextualizaría su discurso con referencias a ganaderos, elefantes, brahmanes o el Ganges. Pero sí hablaría de formas, percepciones, sensaciones, fabricaciones mentales, conciencia, dukkha, desapego, compasión, etc. Por tanto sigo creyendo que en lo fundamental su mensaje y actuación serían básicamente los mismos. 
 
 
Hola 
@Ananda .
"Formas, percepciones, sensaciones, fabricaciones mentales, conciencia" Es una fenomenología para caracterizar los procesos mentales bastante particular, propia de un momento y una época dados.
En el mismo budismo, posteriormente, considerando esta fenomenología limitada y que dejaba algunas cosas sin explicar, los Yogacarin añadieron más conciencias, hasta 8... y en algunos casos 9.
En el zen, por contra, poco dado a los desarrollos escolásticos, se habla sintética y simplemente de pensamientos, sin necesidad de precisar mucho más; quien practica ya sabe de qué se está hablando, no necesita una escolástica analítica extra.
La filosofía occidental, desde los griegos, y la psicología y la neurología modernas, han realizado sus propias aportaciones respecto a como concebir los procesos constitutivos del pensamiento humano.
Duhkha, por otra parte, es un término pali y sánscrito cuyas implicaciones semánticas son difíciles de recoger globalmente por los traductores modernos. En cualquier caso no es probable que un Buddha de nuestros días recurriese al uso de lenguas muertas para expresar su mensaje, buscaría entre los términos propios de la lengua que habla.
Desapego y compasión, son términos de cuño occidental absoluto, cuyas implicaciones semánticas (hijas completamente de nuestra cultura y con una historia de siglos detrás, que llevamos implícita e incorporamos desde nuestra infancia) dejan de lado, o no acaban de expresar bien, o introducen algunas confusiones que podría ser importante despejar en el desarrollo de un mensaje que fuese estrictamente fiel con la esencia de la propuesta budista. Que, por otro lado, no se llamaría "buddh-ista", pues la palabra est´ preñada nuevamente de referencias a lenguas muertas desde hace siglos, a las que se le añade un sufijo (ista) propiamente occidental (en lenguas orientales no existen los "ismos").
Por ejemplo yo, y algunos otros en el Budismo Zen occidental, solemos hablar más de no aferrar que de desapego, pues nos parece que devuelve mejor la operación interior a poner en juego.
Se podría seguir; por ejemplo las 4 nobles verdades podrían, ya desde un marco antiguo, ser reformuladas como 3 (uniendo la 3 y la 4) o como 5, incluyendo anatta, sin el que las 4 quedan cojas, no aclaran que separa el mensaje del Buddha de uno jainista de su tiempo (que podría decir algo muy similar, en cambio anatta-anatman, separa las aguas, es el mensaje definitivo). 
Incluso esa o esas formulaciones esquemáticas y escolásticas podrían cobrar un desarrollo no tan lineal, articulado de manera más trasversal y compleja, para expresar aquello que fundamentalmente quieren indicar. 
En los desarrollos de los planteamientos religiosos avanzados de hoy en día hermeneuticamente se suelen separar los planos simbólico (alusivos y contextualizados) de los literales (la letra dogmáticamente entendida), para hablar de aquello que está más allá de lo decible; se han desarrollado (en el campo de las religiones del libro, pero también en el hinduísmo moderno) "teologías apofáticas", desde hace siglos, más basadas en la negación que en la afirmación (Nagarjuna ya hacia algo parecido), etc.
Un Buddha de nuestra época sería... un Buddha de nuestra época, simplemente.
 
  
  