John Philip Newell, Tierra Sagrada Alma Sagrada, 2021, págs. 171-2, 174.
“En el corazón de la materia”, dijo Teilhard, está “el corazón de Dios”. Cuanto más profundizamos en cualquier cosa creada, más nos acercamos a la Vida de la que procede toda vida. “Dejemos la superficie”, escribió Teihard, “y, sin abandonar el mundo, sumergámonos en Dios”. Cuando experimentamos el latido de este carácter sagrado en lo más profundo de nosotros o lo encontramos en el cuerpo de la tierra o en el cuerpo de otro, tenemos la sensación de que nos llaman por nuestro nombre, dijo Teilhard. En otras palabras, la vida en el corazón de toda vida no es sólo energía; es presencia. El universo es radicalmente relacional. En y a través de la materia nacemos para la relación, y en el centro de nuestra relación con la tierra y con los demás está la relación con lo divino.
Como resultado, Teilhard pudo orar: “Oh Dios… en la vida que brota de mí y en la materia que me sostiene, encuentro mucho más que tus dones. Es a tí mismo a quien encuentro”. Teilhard rechaza el dualismo que ha dominado el pensamiento occidental. Rechaza el divorcio entre espíritu y materia que caracteriza la mayor parte de nuestra herencia filosófica y religiosa. La materia del universo es espíritu-materia.
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(Al principio de su vida) había pensado que sólo había dos opciones: el amor al cielo o el amor a la tierra. Ahora se le había abierto un tercer camino: la comprensión de que debemos “hacer nuestro camino al cielo a través de la tierra”. Ahora vio que es a través de la comunión con la tierra que experimentamos la comunión con Dios. Esto no fue panteísmo. Más bien, era la convicción de que Dios se encuentra en todas las cosas, una forma de ver llamada panenteísmo.__________________________
Teilhard fue un científico, sacerdote jesuita y místico francés. (1881-1955)