
El androide Mindar, cuya concepción costó casi un millón de dólares, recita sutras a voluntad y advierte con voz metálica contra la vanidad y los peligros del deseo, la ira y el ego.
Los sacerdotes de carne y hueso siguen allí también, en el templo Kodaiji, en la antigua capital japonesa, Kioto, y miran con buenos ojos a este nuevo compañero hecho de cables, metal y silicona visibles, totalmente expuestos.
Noticia en La Vanguardia
PD Me pregunto qué habría pensado el Buda al respecto...