La evolución nos ha cincelado a los humanos para sobrevivir y reproducirnos. La naturaleza nos ‘premia’ con la felicidad cuando estamos cumpliendo ambos objetivos. De ahí que los humanos en general encuentren felicidad en la salud y la juventud, en ser atractivos y socioeconómicamente exitosos. Los antepasados más promiscuos y más apegados a los agregados son los que mejor transmitieron sus genes, y nosotros los hemos heredado.
Lógicamente el precio a pagar en términos de dukkha es muy alto. Pero a la naturaleza no le importan los individuos, sino las especies. Ni que seamos felices, sino que pasemos nuestros genes a la siguiente generación.
Mi perspectiva es que la práctica del Dhamma atenúa esa programación y por ello dukkha se reduce. Así que a pesar de las dificultades, lo racional y beneficioso es practicar el Dhamma del Buda.
¿Y a vosotros cómo os resulta la práctica?
